sábado, 19 de diciembre de 2015

¡PADRES AL BORDE DEL COLAPSO! El Niño Jesús la tiene difícil: Un juguete no baja de un salario mínimo

Este artículo que expondré a continuación evidencia otro de los inconvenientes de la situación social y económica que sufre Venezuela, porque la miseria reina campante en mi patria gracias a los comunistas que durante 17 años se han dilapidado las mayores ganancias jamás vistas en la historia de este país. Mientras, ellos van a Aruba e incluso al "imperio" a comprar juguetes y juguetitos para sus hijos y sus meretrices. 

Lo único positivo que le veo a esta situación es que las personas aprenden a dejar atrás el consumismo y a ser creativos, enseñando a los niños que no todos son juguetes, aunque considerando el marketing y el anhelo de los niños es algo algo doloroso en muchos casos y complicado, porque sea cual fuere el contexto, un niño quiere y debe jugar, pero estos infelices que quieren gobernar a la fuerza no les importa, ellos solo quieren el poder.



Apareció la Barbie sin traje de fiesta en 16.000 bolívares y el Max Steel en short en 11.800. Comprar alguno de los muñecos implica gastar más de un salario mínimo
DULCE MARÍA RODRÍGUEZ DRODRIGUEZ@EL-NACIONAL.COM / El Nacional
La inflación también la sentirán los pequeños de la casa este año. Será un obstáculo para que reciban todo lo que desean esta Navidad, a pesar de haberse portado muy bien como aseguran en sus cartas.
Gabriel Custode, de 11 años edad, le pidió al Niño Jesús que le trajera una bicicleta, una pistola Nerf y el Tesoro de la Serpiente. Para cumplir con sus deseos habría que invertir entre 64.350 y 70.186 bolívares, lo que representa entre 6,8 y 7,4 salarios mínimos.
En las jugueterías del este y centro de Caracas una bicicleta cuesta entre 53.300 y 59.136 bolívares, la pistola Nerf 11.050 bolívares y el último juguete no estaba disponible en las tiendas. Gabriel, sin embargo, hizo una aclaratoria en su carta: “Niño Jesús yo me conformo con lo que tú me traigas”.
Emiliana Montenegro, de 6 años, pidió un hueso para su perra y una muñeca Frozen. Su padre, con la niña y la carta en la mano, deambulaba observando los estantes de una juguetería en Boleíta. El propósito era enviarle fotos al Niño Jesús para que supiera dónde podía conseguir los regalos, explicó.
Encontró la Frozen pero el precio lo sorprendió: 39.900 bolívares. Al final del mismo estante estaba la muñeca Sweet Fashion, con un precio de 7.400 bolívares (un salario mínimo hasta el mes de octubre) y le dijo a su hija: “Mira, tiene el mismo maquillaje y peinado de la Frozen. Vamos a mandarle esta foto porque el Niño Jesús también tiene que regalarle a muchos niños y no tiene tanto dinero”. A Emiliana no le agradó la idea.
Génesis Isturiz, de 8 años, pidió una memoria para su consola DS y una muñeca Baby Alive. La memoria no se consigue y la muñeca cuesta 33.102 bolívares.
Una abuela, que ayudaba al Niño Jesús en la búsqueda de los juguetes que pidieron sus 5 nietos, contó:“No se puede con estos precios. Una Barbie, la más sencilla, sin traje de fiesta, está en 16.000 bolívares en la única juguetería donde la encontré de las 6 tiendas que visite. El Max Steel tiene un precio de 11.800 y el Transformer 32.700 bolívares. Está muy difícil, no hay utilidades que alcancen para estos regalos”.
Más que un carro
María Corina Sánchez, de 4 años, pidió una carpa, una linterna, un saco de dormir y un piano. Para adquirir la carpa y el piano el Niño Jesús tendría que disponer de 63.090 bolívares. Su papá comentó en tono sarcástico: “Mi carro me costó 35.000 bolívares”. Luego se echó a reír.
El caso de Mattias Gaspar Franceschi, de 6 años, no fue muy distinto. Pidió un Serpentor y una fabrica Hela Pop de Kreisel. Su madre señaló que el Serpentor cuesta 20.000 bolívares y la fábrica entre 7.090 y 7.563 bolívares. Es decir, que adquirir los obsequios que Mattias quiere encontrar debajo del arbolito en Navidad, significa destinar más de 27.000 bolívares de los ingresos, lo que equivale a casi 3 salarios mínimos.
En el centro comercial El Marqués había una cola de clientes para ingresar a una juguetería. Estaban limitando el acceso a 5 personas cada 10 minutos. En la fila, Oriana Méndez, madre de 2 niñas de 5 y 7 años, dijo que estaba recorriendo los comercios para ver lo que había disponible y después ayudar a sus hijas a escribir la carta. “Ellas ven canales extranjeros en la televisión y los juguetes que salen en las propagandas no se consiguen aquí. Así sabrán qué pueden elegir”

Agregó que la situación se complicó porque no cuenta con el cupo electrónico para ayudar al Niño Jesús a adquirir, como ha hecho en años anteriores, los juguetes. Otras madres que se encontraban en la cola coincidieron con Méndez.

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